SAN
JUDAS TADEO: UNA ESPIRITUALIDAD DE LA PALABRA.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas
San Judas Tadeo es un predicador itinerante que lleva la
salud de Cristo en sus labios, es un evangelizador, predica el Evangelio, un
profeta que realiza maravillas por la fuerza persuasiva de un mensaje que está
depositado en un corazón bueno.
De hecho se advierte esta cualidad en su propio nombre;
Tadeo significa el que habla con el corazón, y lo es porque porta la Palabra,
la imagen de Cristo en su pecho. La pintura del Señor que representa en la
iconografía del santo puede ser del todo simbólica, ya que representa que en el
centro de toda su vida está Jesucristo.
San Judas Tadeo es transmisor de la Palabra de vida, de la
Imagen Divina, es un elocuente comunicador de la verdad, por eso son constantes
sus consejos de acercarse a la lectura de los escritos del Antiguo y del Nuevo
Testamento.
La Tradición apostólica se mantuvo siempre en la lógica de
la transmisión fiel de las enseñanzas del Señor, siempre como criterio de la
ortodoxia y garantía de comunión eclesial.
En la predicación de San Judas Tadeo es notable el espíritu
de una fe inspirada en el Texto bíblico, como predicador le urge la conversión
de los oyentes y pasa pronto de la exposición del kerigma a la catequesis. Nos
encontramos pues con un maestro que ha asimilado la Palabra y su ardor
misionero lo hace elocuente y persuasivo porque no habla palabra humana. Su
corazón está lleno de ciencia divina, del poder de lo alto, ha asimilado las
enseñanzas de Jesús llevándolas en el alma.
Principalmente, el mensaje de San Judas Tadeo tiene tres
vertientes:
1.
San Judas Tadeo se dirige a los cristianos
en general y se preocupa por su salvación.
2.
Amonesta seriamente contra los falsificadores
de la doctrina y pone de ejemplos personas castigadas en el Antiguo Testamento.
3.
Incita a amar a Dios, a fortalecer la fe
y ayudar a hermanos y hermanas que tienen dudas.
Me
sentí obligado a escribirles para exhortarlos a luchar por la fe que Dios
entregó de una vez para siempre a sus santos.
Porque
se han infiltrado ciertas personas que ya estaban inscritas para esta
condenación, gente impía que hacen de la gracia de nuestro Dios un pretexto
para su libertinaje y niegan a nuestro único Dueño y Señor Jesucristo.
Quiero
recordarles algo que ya saben, y es que el Señor, después de liberar a su
pueblo del país de Egipto, intervino por segunda vez para entregar a la muerte
a los que no creyeron. Lo mismo hizo con los ángeles que no mantuvieron su
dignidad y abandonaron su propia morada: Dios los encerró en cárceles eternas,
en profundas tinieblas, hasta que llegue el gran día del Juicio. De igual modo
sentenció a Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas que se entregaban a la
prostitución y se dejaban llevar por sus instintos; éstas son ahora por su
condenación una figura del fuego eterno. Así también estos hombres se dejan
llevar por locuras parecidas: envilecen sus cuerpos y desprecian a las
autoridades celestiales.
El
arcángel Miguel, cuando pleiteaba con el diablo…, no se atrevió a pronunciar
contra él ninguna palabra de insulto, sino que sencillamente dijo: “¡Que el Señor
te reprenda!” En cambio esa gente insulta y desprecia todo lo que no pueden
entender, y lo que conocen por instinto, como los animales, lo utilizan para su
corrupción.
¡Pobres
de ellos! Siguen los pasos de Caín, se extravían por causa del dinero al igual
que Balaán y se pierden como el rebelde Coré. Echan a perder las comidas de
fraternidad que celebran ustedes, pues no piensan más que en sí mismos y comen
desvergonzadamente.
Son
como nubes arrastradas por el viento que no dan lluvia, árboles que no dan
fruto al final del otoño y que ya están muertos antes de ser arrancados de
raíz; olas embravecidas del mar que arrojan la espuma de sus vicios; estrellas
errantes a las que esperan las tinieblas eternas.
Pero ustedes, amadísimos, recuerden lo
que los apóstoles de Cristo nuestro Señor les anunciaron. Ellos les decían que
al final de los tiempos aparecerán hombres que se burlarán de Dios y seguirán
sus pasiones impías. En la actualidad éstos son los que causan divisiones, no
van más allá de lo humano y no tienen el Espíritu.
En
cambio ustedes, queridos hermanos, construyan su vida sobre los fundamentos de
su santísima fe, oren en el Espíritu Santo y manténganse en el amor de Dios,
aguardando la misericordia de Jesucristo nuestro Señor, que los llevará a la
vida eterna.
Muestren
comprensión con los que dudan; a unos los salvarán arrancándolos del fuego
eterno; con otros deberán actuar con mucho cuidado, sin tocar ni siquiera sus
ropas por miedo a la contaminación.
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