LA
ESPIRITUALIDAD DE LA MISERICORDIA EN LOS ESCRITOS DE SANTA FAUSTINA KOWALSKA
Pbro.
Lic. Juan Carlos Flores Rivas
Del 31 de marzo al 3 de abril, tuvo lugar en Barcelona,
convocado por el Instituto Santo Tomás en la Balmesiana, el Congreso Cor
Iesu, Vultus Misericordiae (Corazón de Jesús, Rostro de la
Misericordia). Una de las intervenciones fue la de Marcin Kazmierczak, profesor
polaco que disertó sobre el mensaje de Santa Faustina Kowalska. Con el título
de: El mensaje de Santa Faustina, la espléndida video conferencia, dictada en
lengua española, puede ser escuchada en internet en el sitio: http://videos.religionenlibertad.com/video/fgaVmeZpoJ/El-mensaje-de-Santa-Faustina-Kowalska.
Para algunos la devoción a la Divina Misericordia no pasa de
ser una devoción azucarada propia de ancianas piadosas, para otros sería una
buena expresión de buenismo utópico y poco exigente. Parecería que todo
consiste en desvelarse rezando toda la noche o hacer procesiones bajo el sol
inclemente. Pero la verdadera devoción a la Divina Misericordia es muy
diferente: estamos ante lo más nuclear de una Revelación que nos ha mostrado
que Dios es Amor, y consiste en hacer misericordia. Por eso el Papa Francisco
en sus mensajes en el Domingo de la Divina Misericordia invitó una y otra vez a
practicar las obras de misericordia.
Frente
a las deformaciones e incomprensiones en torno a la devoción a la Divina
Misericordia, debemos insistir una y otra vez, que debe surgir de una profunda
espiritualidad, que tiene como fuente los escritos de Santa Faustina Kowalska,
fundamentalmente su Diario, y todo buen devoto, debería tener esos escritos,
leerlos y reflexionarlos, sin los cuales, el devocionalismo es cualquier cosa,
menos espiritualidad. (El Diario de Santa Faustina puede ser leído íntegro, en
internet, en lengua española en http://www.jesusdivinamisericordia.org.mx/JDM.SSO.ES/JDM.diario_de_sta_faustina.pdf).
Insistimos en que, aquellos que tengan acceso a internet, puedan escuchar
integra la ponencia a la que nos referimos, y reflexionarla en grupos, pues
servirá de introducción bien fundada, en torno a la espiritualidad de la
misericordia, contenida en los escritos de Santa Faustina Kowalska. Aquí
solamente pondré algunos elementos de interés.
EL
Papa Juan Pablo II, apóstol de la Divina Misericordia, había intuido ya desde
el inicio de su pontificado, que éste era el tiempo de la Divina Misericordia.
Un servidor, presente en la Plaza de San Pedro en El Vaticano, aquél segundo
Domingo de Pascua del Gran Jubileo del Año 2000 (30 de Abril del 2000), en la
Canonización de Santa Faustina Kowalska, recuerdo muy bien, cómo el inolvidable
Papa Juan Pablo II, apartándose de su homilía escrita, y visiblemente
emocionado, se preguntaba: “¿por qué Nuestro Señor Jesucristo suele aparecerse
en determinadas ocasiones?”. Y él mismo se respondía: “Lo hace, cuando
considera necesario que la humanidad recupere algún aspecto de la divina
revelación, con urgencia. Y así quiso hacerlo con Santa Margarita María de
Alacoque, y posteriormente con Santa Faustina Kowalska”.
La
actualidad eclesial de la espiritualidad en torno a la Divina Misericordia,
surge no solo de la realidad tan dolorosa en la que estamos inmersos, sino ante
todo del Corazón mismo, de las entrañas misericordiosas de Nuestro Redentor.
Juan Pablo II retoma esto en la Homilía en la Canonización: “Sor Faustina Kowalska
dejó escrito en su Diario: "Experimento un dolor tremendo cuando observo
los sufrimientos del prójimo. Todos los dolores del prójimo repercuten en mi
corazón; llevo en mi corazón sus angustias, de modo que me destruyen también
físicamente. Desearía que todos los dolores recayeran sobre mí, para aliviar al
prójimo" (p. 365). ¡Hasta ese punto de comunión lleva el amor cuando se
mide según el amor a Dios! En este amor debe inspirarse la humanidad hoy para
afrontar la crisis de sentido, los desafíos de las necesidades más diversas y,
sobre todo, la exigencia de salvaguardar la dignidad de toda persona humana.
Así, el mensaje de la misericordia divina es, implícitamente, también un
mensaje sobre el valor de todo hombre. Toda persona es valiosa a los ojos de
Dios, Cristo dio su vida por cada uno, y
a todos el Padre concede su
Espíritu y ofrece el acceso a su intimidad. Este mensaje consolador se dirige
sobre todo a quienes, afligidos por una prueba particularmente dura o abrumados
por el peso de los pecados cometidos, han perdido la confianza en la vida y han
sentido la tentación de caer en la desesperación. A ellos se presenta el rostro
dulce de Cristo y hasta ellos llegan los haces de luz que parten de su corazón
e iluminan, calientan, señalan el camino e infunden esperanza. ¡A cuántas almas
ha consolado ya la invocación "Jesús, en ti confío", que la
Providencia sugirió a través de sor Faustina! Este sencillo acto de abandono a
Jesús disipa las nubes más densas e introduce un rayo de luz en la vida de cada
uno”.
La
devoción a la Divina Misericordia no es un culto nacionalista polaco, sino que
es un mensaje fecundo, universal, una chispa de luz que surge de las entrañas
de Nuestro Señor Jesucristo, llamada a incendiar al mundo con el fuego de su
amor. Es interesante el dato de que el original del Diario, contenido en seis
cuadernos escolares, escritos de puño y letra por la santa, no fue conocido por
el Arzobispo de Cracovia Karol Wojtyla, en su natal Polonia, sino que primero
conoció los escritos en 1965, en copia en Massachusetts, Estados Unidos,
llevados allá por polacos piadosos que llevaron consigo los escritos.
Recordemos que muchos polacos emigraron en la segunda guerra mundial huyendo de
la persecución Nazi, y en Massachusetts, esos devotos construyeron un primer
santuario de la Divina Misericordia, y de allí el culto pasó a México, mucho
antes de extenderse a otros países. México es primicia en el culto a la Divina
Misericordia. Y solamente a su vuelta de Estados Unidos, el Arzobispo de
Cracovia Karol Wojtyla ordena la apertura de la causa de canonización de Santa
Faustina, y la recuperación de su Diario. Datos importantísimos aportados por
este ponente en el Congreso Cor Iesu, Vultus Misericordiae.
Responsabilidad grande para México, ser primicia de la devoción a la Divina
Misericordia. Aquéllas primeras copias del Diario pasaron de mano en mano entre
los devotos. Juan Pablo II dirá: “Para todos aquellos que vivieron las duras
experiencias de la II Guerra Mundial, las palabras que quedaron escritas en el
Diario de santa Faustina, aparecen como un Evangelio extraordinario de la
Divina Misericordia, escrito desde la perspectiva del siglo XX”.
Capital
es la certeza que Santa Faustina transmite en su Diario, en el número 1182,
aquí se encuentra la clave de toda la espiritualidad de la Divina Misericordia:
“Hoy el Señor me dijo: Hija Mía, deleite y complacencia Mía, nada Me detendrá
en concederte gracias. Tu miseria no es un obstáculo para Mi misericordia. Hija
Mía, escribe que cuanto más grande es la miseria de un alma tanto más grande es
el derecho que tiene a Mi misericordia e [invita] a todas las almas a confiar
en el inconcebible abismo de Mi misericordia, porque deseo salvarlas a todas.
En la cruz, la fuente de Mi Misericordia fue abierta de par en par por la lanza
para todas las almas, no he excluido a ninguna”. EL AMOR DE DIOS ES MAS GRANDE,
INFINITAMENTE, QUE EL PECADO DEL HOMBRE. ¿Por qué esto se revela en Cracovia?
Porque en ningún otro sitio como en aquél área, se ha vivido las más grandes
oscuridades de la humanidad de todos los tiempos: el asesinato de miles de
judíos, la persecución de muchos cristianos, nazismo y comunismo (Cracovia,
Auschwitz, Wadowice, “triángulo de oscuridad”). De allí surgió como fuente, la
Divina Misericordia, y sus grandes apóstoles: San Maximiliano María Kolbe,
Santa Faustina, San Juan Pablo II.
El
mensaje de la Divina Misericordia es una continuidad de la revelación
cristiana. No es algo novedoso. Decía Santa Teresita del Niño Jesús, la doctora
mística, en su diario Historia de un alma: TODA LA MULTITUD DE OFENSAS NO ES
MÁS QUE UNA PEQUEÑA GOTA DE AGUA SOBRE UNA LLAMA ARDIENTE. YO SI HUBIERA
COMETIDO TODOS LOS CRIMENES, MANTENDRIA LA MISMA CONFIANZA EN SU INFINITA
MISERICORDIA.
El
culto, y sus promesas, tiene condiciones. La verdadera devoción a la Divina
Misericordia es: AMOR, BONDAD, PIEDAD. Dos condiciones: la confianza en Dios, y
la misericordia hacia el prójimo. Debemos confiar plenamente, y ejercer las
obras de misericordia. El conocimiento de nuestra miseria no es obstáculo para
abrirnos, más bien querer ignorar nuestra miseria nos impide abrirnos a la
misericordia, por autosuficiencia. La humildad, al final de nuestra existencia,
nos hará repetir aquella indestructible certeza con la que exclama Santa Faustina:
“Aunque soy una miseria, no te tengo miedo, porque conozco muy bien tu
misericordia”. Y como dice el cuadro de la Divina Misericordia: JESUS, YO
CONFIO EN TI.
ORACION
Ayúdame,
oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o
juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo
y acuda a ayudarla.
Ayúdame
a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de
mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame,
oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente
de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame,
oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para
que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más
difíciles y más penosas.
Ayúdame
a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a
mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está
en el servicio a mi prójimo.
Ayúdame,
oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos
de mi prójimo.
A
nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales
sé que abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerrare en el misericordiosísimo
Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio.
Que
tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí.
Oh
Jesús mío, transfórmame en Ti, porque Tú puedes hacer todo.
Santa
Faustina de la Divina Misericordia, Diario n. 163
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