COVADONGA:
ESPIRITUALIDAD DE CRUZADA
Pbro.
Lic. Juan Carlos Flores Rivas
Cruzadas en sentido estricto son las expediciones militares
emprendidas por los cristianos de Occidente, bajo los auspicios del papado,
para rescatar los Santos Lugares de Palestina. El nombre les viene de la
pequeña cruz de paño rojo que los soldados llevaban sobre el hombro derecho.
Cruzadas en sentido amplio son las expediciones militares
emprendidas por los cristianos contra los infieles; como es el caso de España. Cuando
los musulmanes conquistan un territorio, los cristianos conservan una relativa
libertad muy vergonzosa a costa de fuertes impuestos. Los cristianos, en un
principio son tolerados por los musulmanes, pero esta situación de benevolencia
hacia los cristianos cambia radicalmente cuando grupos radicales toman el
poder, destruyendo templos, esclavizando a los cristianos, asesinando a obispos
y sacerdotes. Mucho ha costado a los cristianos entender el peligro que para
occidente significaban los musulmanes.
El
hecho de que los llamamientos a la cruzada hallaran acogida tan impresionante
en todas las capas del pueblo cristiano, apenas puede explicarse de otro modo,
sino por el despertar y fortalecimiento de una actitud piadosa en que mostraron
su eficacia elementos de instituciones y decisiones religiosas. Peregrinaciones
(por penitencia, por devoción o por voto) las hubo siempre a Jerusalén, Roma y
Compostela. Lo nuevo era la peregrinación armada, fomentada en el occidente
latino, entre otros factores, por la idea del estado caballeresco ahora de más
fuerte cuño cristiano. Así lo muestra el nacimiento de órdenes peculiares, cuyos
miembros llevan por profesión las armas.
La fuerza vinculadora, es una devoción a Cristo, más viva y
de distinta dirección que antes. La predicación y el contacto pastoral de
monjes, canónigos, obispos y clérigos , que estaban muy familiarizados con la
Sagrada Escritura, sobre todo con el Nuevo Testamento, y ya el giro del Cristo,
rey y Señor, al Jesús de Nazaret, que peregrina por la tierra, que sufre y está
cerca de los hombres, redime y no domina, giro que comenzó a realizarse en el
propio espíritu de piedad, había despertado en los laicos el deseo de vida
apostólica, es decir, del personal acercamiento al Cristo, que les mostraba el
camino de la salvación, se lo hacía posible y se lo mostraba ejemplarmente en
sí mismo. El espíritu de cruzada aparece como una marca característica de la
búsqueda por parte del cristiano de aquella salud eterna, que encuentra en una
triple unión: unión con Dios en un servicio de obediencia (Dios lo quiere) con
Cristo, en la imitación de su pasión, de su muerte y de su gloria (para Cristo,
con él); con el Espíritu Santo, en el entusiasmo de la marcha, que se estima
como nueva experiencia de Pentecostés. A esa triple unión con Dios conduce
sobre todo el camino de la penitencia y oración. La expedición sacra tomaba
parte en ella. La propia santificación, mirada como participación en la vía de
la salvación, de la cruzada, unió a la cristiandad entera en común acción de
piedad, y hace aparecer el espíritu de cruzada como la primera forma en la
historia de la Iglesia de una espiritualidad laica de cuño uniforme.
De este movimiento de liberación, impulsado por una devoción
a Cristo y un amor de Dios que se elevan a entrega entusiasta, nace esta forma
de piedad popular que abarca sobre todo las amplias masas de la cristiandad
latina, se expresa en el espíritu de las cruzadas.
Covadonga
es el antecedente de las cruzadas. Cuando las hordas musulmanas cubrieron poco
a poco la península Ibérica. Sólo algunos rebeldes, dirigidos por un noble
llamado Pelayo, se opusieron al invasor desde sus refugios en las montañas.
Comenzaba así una Reconquista que se prolongaría casi ocho siglos en los que se
libraron batallas sin igual que ya son leyenda: Covadonga, Clavijo, Simancas,
Navas de Tolosa, el Salado... quen hicieron de la Reconquista una gesta sin
precedentes en la historia.
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