CROQUIS DE LOCALIZACION

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jueves, 17 de mayo de 2018

SAN JUDAS TADEO: UNA ESPIRITUALIDAD EN TORNO AL PRODIGIO





SAN JUDAS TADEO: UNA ESPIRITUALIDAD EN TORNO AL PRODIGIO.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas.


San Judas Tadeo es un santo que enseña, instruye y exhorta. Es cierto que puede ser invocado como intercesor para contribuir a la solución de causas difíciles, sin embargo, el devoto de San Judas Tadeo debe ser consciente de que el milagro es un signo privilegiado para provocar fe en el pueblo santo de Dios. La misión primordial de San Judas Tadeo es la de predicar a quienes no ha llegado la fe en Jesucristo, con una predicación entusiasta que hoy llamamos kerygma, y que suscita gran interés en cada uno de los oyentes.
La labor evangelizadora de San Judas Tadeo exige en cada uno de sus devotos un reto, el trabajo de una metanoia personal, es decir, cambio de mentalidad y de actitudes, de una verdadera conversión, una transformación espiritual y una renuncia al mundo manifestada en la renuncia a muchos esquemas culturales sobre todo en materia de ideología y religiosidad equivocadas.
Todo aquel que se declara devoto de San Judas Tadeo asume un compromiso serio de renuncia al pecado, a Satanás y tantas prácticas que a veces aparecen como ingenuas, pero que llevan a la perdición: hechicerías, adivinaciones, y la idolatría de la muerte, en situaciones corrientes para los desempeños domésticos, comerciales, lúdicos y estatales, como invocaciones equivocadas a falsos angeles, o prácticas adivinatorias demoniacas. 
San Judas Tadeo exige que el devoto se aparte del politeísmo, y de la falsa religiosidad. Exige que vivamos la pureza de la fe católica. San Judas Tadeo exige la purificación de la religión con el aprendizaje de una fe razonada, el estudio de la palabra de Dios contenida en la biblia, y el catecismo de la Iglesia Católica. El verdadero devoto debe adquirir el espíritu del verdadero Dios que es Jesucristo, y alejarse de cultos ostentosos y vacíos, sin la piedad y las buenas obras.

Por eso San Judas Tadeo es un médico que cura sin medicinas, lo hace por medio de la acción sanadora de Jesucristo, a quien él imita con toda su vida. La condición fundamental para que se opere el prodigio es que el creyente profese la fe verdadera contenida en el credo católico, y la confianza del creyente en la acción restauradora de Dios. 
San Judas Tadeo cumple con ser embajador de la alegría divina, aunque es protagonista principal en la historia personal del creyente, está en segundo término en relación con las operaciones divinas. No es San Judas Tadeo quien obra el milagro, él sólo intercede. Quien opera la acción divina es Jesucristo, por quien San Judas Tadeo ha dado su vida hasta el martirio.
En las curaciones, se percibe que el prodigio se actúa como confirmación de la predicación del apóstol y como un elemento de atracción para los que habrían de convertirse al Señor, está claro que el prodigio lo realiza Dios a través del discípulo. No es San Judas Tadeo quien actúa el milagro, pero lo reivindica como poder salvador de Cristo a través del signo, especialmente de la cruz. El creyente debe sentirse movido a la piedad, debe mover sus ánimos con la esperanza de regresar a la verdadera devoción.
El milagro es esencial en la vida del creyente, sobre todo en aquellos que experimentan desventaja, limitación y riesgo, como posibilidad de mejoramiento de las circunstancias que afligen, con el deseo de que se efectúe un giro prodigioso, rápido, satisfactorio, que libere el alma, del drama personal. CIERTAMENTE, EL MILAGRO NO PUEDE SER COMPRENDIDO POR LOS SATISFECHOS, QUE REACCIONAN SIEMPRE CON SARCASMO. 
El prodigio se comienza a fraguar desde el grito doloroso del ser necesitado, súplica esperanzada que solicita la ayuda divina. El verdadero argumento para que se genere el milagro es la palabra del Maestro. El prodigio está preparado desde el momento en que el suplicante manifiesta un poco de fe al Dios verdadero, de manera que Jesucristo responde. 
La acción prodigiosa del apóstol funciona para completar el milagro, pero el resultado no se queda en el simple favor físico sino en alcanzar la plenitud de la fe que no se privatiza en un beneficio personal, sino que se da a conocer, se difunde, para el bien de la Iglesia.
El milagro que provoca la intercesión de San Judas Tadeo es, en efecto, la restauración de una necesidad humana, pero es más elocuente la respuesta de Dios ante la súplica y el cumplimiento del favor solicitado. 
El prodigio es la garantía de la bendición que recibe el creyente, milagro que se transforma en una alegría que se transmite a los demás. La comunidad cristiana confía en la poderosa intercesión de sus santos porque éstos han trasmitido la fuerza que la fe posee cuando se acude confiadamente en Dios.
En consecuencia, todo aquél que acude a San Judas Tadeo debe saber que el santo cumple con su parte de distribuir las gracias divinas, pero también advierte que el milagro se cumple cuando se crece en la esperanza, en amistad y en un más sincero conocimiento de Dios. El prodigio debe llevarnos a una verdadera y profunda espiritualidad. 
Los milagros provocan cambios formidables en la vida de las personas, fundamentan la fe en la bondad de Dios, Él es bueno, y quiere lo mejor para sus hijos. 
En el caso de San Judas Tadeo, la solicitud del prodigio es una especie de reto de esperanza donde nunca desaparece la fuerza suplicante, aún cuando no se reciba el don en el tiempo deseado. Ese matiz de confianza externa se debe a que en la tradición litúrgica del apóstol se expresa un perenne reconocimiento de la debilidad del hombre frente a la inmensa misericordia divina.
Esta es la verdadera intercesión milagrosa, el creyente se sabe débil pero confía en el poder de Dios, y siendo fiel a la fe recibida se le cumple el prodigio.
¡San Judas Tadeo, intercede por nosotros!

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